Cripto comprometido con el medio ambiente: la diferencia entre un compromiso real y el marketing
A medida que las criptomonedas ganan un mayor arraigo en la conciencia pública, gana también fuerza el discurso que busca reducir el impacto del mining en el medio ambiente. Si bien es evidente que son precisamente los detractores de las divisas digitales los que señalan a estos activos como los culpables del impacto medioambiental, también son muchos dentro de la industria de blockchain (tecnología creada bajo la premisa de dar con soluciones progresistas a problemas de la economía contemporánea) los que están convencidos de la necesidad de asumir responsabilidades con respecto al impacio sobre el medio ambiente.
Cuestiones como el medio ambiente, la sostenibilidad de las actuales prácticas o la energía limpia son temas candentes en la industria tecnológica. Además, la irrupción de la pandemia por COVID-19 y los manifiestos beneficios ambientales obtenidos durante los meses del confinamiento instaron a los líderes intelectuales a buscar alternativas a los modelos actuales, y en especial en el caso de que se desatase una nueva crisis global a raíz del cambio climático.
Bitcoin y otras monedas están continuamente en el punto de mira, puesto que para minar los nuevos tokens es necesario utilizar un algoritmo basado en el protocolo de prueba de trabajo, que requiere una gran capacidad de procesamiento por parte de los miners, y para satisfacer las necesidades de estos potentes ordenadores es necesario usar enormes cantidades de electricidad. Así, y según el índice de consumo de energía de Bitcoin, la pionera entre las criptomonedas conlleva la utilización de 135 teravatios, lo que equivale aproxidamente al consumo anual de una nación como Suecia. No debemos tampoco olvidar la existencia de numerosas "granjas" o instalaciones para el mining de criptoactivos a gran escala en regiones como China, con una gran dependencia de combustibles fósiles para generar electricidad.
Las posturas más críticas se hacen eco del elevado consumo de energía necesario para minar BTC, como evidencia el hecho de que los ciudadanos de la zona de Nueva York mostrasen recientemente su preocupación ante la presencia de una nueva central de gas empleada para minar Bitcoin y su efecto negativo sobre un lago cercano, el cual aseguraban alegaban estaba convirtiéndose en un jacuzzi; no obstante, la compañía responsable de las operaciones en dicha fábrica desmintió tales acusaciones. Incluso Elon Musk, el gran defensor de las criptomonedas, ha declarado que Tesla dejará de aceptar Bitcoin como forma de pago al adquirir uno de sus vehículos aduciendo "preocupaciones por el medio ambiente".
Las declaraciones de Musk crearon un gran revuelo en el mercado cripto, ya que el multimillonario de origen sudafricano es la personificación misma del conflicto de intereses que se esconde tras la cuestión energética de las criptomonedas: apostar por el potencial de la tecnología de blockchain y a la vez matener el compromiso con la causa medioambiental. Si los activos cripto quieren tener un papel activo en un nuevo mundo liderado por vehículos eléctricos y tecnología limpia, es necesario que lo hagan de forma sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Esto último es muy importante para la adopción de la tecnología de blockchain. Las plataformas de intercambio de criptomonedas, que acercan el mundo de las divisas digitales a tantas personas a través de sus smartphones, disfrutan de grandes cotas de popularidad, como evidencia el marcado aumento de nuevos usuarios durante la pandemia, cuando muchos comenzaron a buscar nuevas formas de ganar dinero desde la comodidad de sus casas. El perfil de estos usuarios es el de una persona joven, adepta a las nuevas teconologías y comprometida con el cambio climático, de forma que, ¿cómo conseguirán llevarlos al huerto las firmas de criptomonedas?
Ripple ha suscrito el Acuerdo Criptoclimático: ¿se trata de un avance o de una estrategia de marketing?
El mining de criptomonedas fue uno de los temas centrales durante el Día Mundial del Medio Ambiente el pasado 5 de junio. Así, y en respuesta a las dudas suscitadas, un grupo de compañías privadas dedicadas a la creación de blockchain anunció la creación del Acuerdo Criptoclimático (CCA, por sus siglas en inglés). Inspirado en el Acuerdo de París, el CCA ratifica su compromiso en usar únicamente energía renovable para el suministro de la totalidad de blockchains para 2030 o incluso antes, así como eliminar por completo las emisiones de gases de efecto invernadero para 2040 con la ayuda de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Este acuerdo cuenta con el respaldo de varias personalidades y firmas destacadas, como Ripple, Consensys o Tom Steyer, el multimillonario hombre de negocios y activista liberal, y los "Campeones de la Tierra", galardonados por la asamblea de las Naciones Unidas por su compromiso con el planeta, también se mostraron a favor de esta iniciativa.
Sin embargo, puede que los grandes y nobles proyectos teóricos de la CCA sirvan de poco en el mundo real. Después de todo, muchas voces se alzan para denunciar que ni siquiera el Acuerdo de París, un acuerdo oficial suscrito por naciones-estado, ha logrado cumplir con los objetivos pactados. ¿Qué podemos esperar pues de la resolución adoptada por la CCA, promovida por actores de la misma industria comprometida, aunque con respaldo y regulación gubernamental? Hablamos en la práctica de una industria que promete autoregularse, pero ¿se responsabilizarán realmente de sus actos las empresas del sector de las criptomonedas?
Es evidente que los signatarios del sector cripto deben únicamente realizar un mínimo esfuerzo para adherirse a sus propios objetivos.
Lee un poco sobre las distintas criptomonedas en el mercado (para ello, te sugerimos que consultes nuestra amplia base de conocimientos) y se te encenderá una pequeña luz con Ripple. En efecto, XRP no utiliza el protocolo de consenso de prueba de trabajo (PoW), el cual colleva un excesivo consumo de energía. En su lugar, se sirve del modelo de consenso de prueba de participación (PoS), por lo que el impacto ambiental de XRP es mínimo si lo comparamos con el de Bitcoin.
El futuro de las critpomonedas parece estar unido al protocolo de consenso PoS, cada vez más empleado por el sector. A modo de ejemplo, Ethereum (ETH) ha iniciado la transición del protocolo PoW al protocolo PoS, lo que sin duda contribuirá a reducir la huella de carbono de la divisa. No obstante, si entre los signatarios del CCA no existen más que empresas que utilizan el modelo PoS, es poco probable que la iniciativa ayude lo más mínimo a reducir el impacto de las blockchain que se sirven del protocolo PoW. Este es especialmente el caso de BTC, no regulado por entidad alguna que pueda iniciar el cambio, y que no hace sino publicidad a favor de Ripple y las demás criptodivisas.
El mining global de Bitcoin es "eminentemente sostenible", además de muy rentable todavía
Los miners de Bitcoin están al corriente de las ampollas levantadas en la sociedad por el elevado consumo de energía que suponen sus operaciones, y han adoptado medidas para convencer a la opinión pública de su apuesta por un modelo enérgico más verde. Así, un informe hace poco publicado por el recientemente creado Consejo de Mining de Bitcoin (BMC) afirma que el suministro de energía requerido para el mining de Bitcoin a nivel mundial procede principalmente de "energía sostenible".
En su informe, el nuevo organismo indica que "tanto los miembros del BMC como los participantes en esta encuesta cuentan con un suministro mixto de energía sostenible en un 67 %", y asegura que la energía sostenible es responsable del 56 % de las operaciones de mining de Bitcoin en todo el mundo.
Al igual que ocurría con el CCA, el BMC surge como resultado de la colaboración entre varias empresas y agentes del sector privado, como es el caso de Michael Saylor, director ejecutivo de MicroStrategy. Es más que probable que aquellas firmas que operan de forma menos sostenible decidan mantenerse al margen de este proyecto y los datos obtenidos estén sesgados, puesto que el Consejo de Mining analiza únicamente a las empresas miembro del organismo y refleja por tanto el interés de estas compañías por proyectar una imagen comprometida con el medio ambiente.
El informe llega incluso a mostrar la reciente disminución en la hashrate de Bitcoin, confirmando que se trata del "mayo descenso linear en la tasa de hash en la historia de la criptomoneda".
No obstante, esta reducción de casi un 70 % en la capacidad de procesamiento dedicado a minar Bitcoin se debe principalmente a las duras medidas contra el mining de BTC adoptadas por China. Tal ha sido su impacto que muchos mineros están trasladándose a otras regiones o vendiendo incluso sus equipos, lo que podría acabar siendo beneficioso en caso de lograr reducir el impacto medioambiental de Bitcoin en aquellas regiones con controles ambientales más estrictos. A pesar de que la hashrate the Bitcoin sigue siendo baja, su rentabilidad sigue siendo elevada, debido sobretodo a que los beneficios resultantes son repartidos entre un menor número de usuarios.
Saca partido al mining de BTC sin malgastar energía
Bitcoin no tiene por el momento la intención de dejar de usar el protocolo PoW, pero no por eso necesitas comprar una central eléctrica para alimentar tus operaciones de mining, dado que algunas empresas han dado con soluciones innovadoras para compartir los beneficios de BTC en la nube. Líder indiscutible en esto es el cripto exchange StormGain, que pone a disposición de sus usuarios su exclusivo 'Cloud Miner' de Bitcoin en la nube. De esta forma, los usuarios pueden minar Bitcoin a la vez que usan la plataforma para comprar, vender e intercambiar activos cripto, y el BTC minado será depositado en su cuenta, todo ello sin agotar los recursos de su smartphone o equipo informático. Haz click aquí para obtener más información sobre el exclusivo Cloud Miner de StormGain. Este tipo de novedades son una buena opción para obtener beneficios en forma de criptomonedas sin necesidad de consumir demasiada energía, y constituyen una alternativa económica y respetuosa con el medio ambiente frente a la compra de equipos de minado.
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